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Vivimos en un mundo donde cada vez menos mujeres y niños en necesidad reciben amor y ayuda, mientras que su situación empeora cada vez más. Muchos lloran en silencio, y nadie está ahà para enjugar sus lágrimas. Como cristianos, siervos de Dios Todopoderoso, tenemos el mandato de contribuir para devolverles la sonrisa. Me conmueve especialmente este fenómeno, que ocurre en muchas partes del mundo. Queremos unir nuestros esfuerzos a los del Gobierno de los Estados Unidos y a los de todas las demás organizaciones por esta noble causa.
Joel Tinodjiel Nodjiassem
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